Continuamos estos días con truquitos de belleza, de cara a la inminente llegada del veranito!
Hoy quiero hablaros de las bondades de uno de los productos naturales que no faltan en mi casa, sea para Valentina o para mi:
la Manteca de Karité.
En ambos casos me refiero, como siempre, a productos puros, nada de a base de, o con extracto de o similares.
Tengo dos mantecas de Karité: una comprada en España por correo, refinada, no huele a nada. La otra pura completamente, sin refinar, traida de una cooperativa africana (de allí procede el karité).
Os contaré que por allá el karité se usa para todo. Además del cosmético por excelencia, y de untarlo desde muuuy pequeños (habéis acariciado alguna vez una piel africana!??). La amiga que me la trajo la usa para masajearse cunado le duele la cabeza, sobre una cicatriz, en la garganta ante una irritación amigdalar, etc. Es un curatodo milagroso en todo hogar que se precie!!
En ocasiones se la echo a la niña especialmente en piernas y pies, y en los brazos. No lo hago todos los días, no me preguntéis porqué, pero prefiero hacerlo una o dos veces en partes de la piel un poco más "duras" y alternarlo con otras más suaves (aceite de coco o una cremita hidratante ecológica sin parebenos, perfumes, alcoholes, parafina, vaselina, PEG,...). Dicen también que es una protección solar natural y como no, perfecta después del sol como aftersun, especialmente si se ha enrojecido la piel.
En mí misma la empleo ocasionalmente por la noche, una pequeña cantidad sobre cara y cuello, y en las heridas de psoriasis. En este último caso he de decir que no acaba de convencerme su resultado, la noto como agresiva con las pupitas, si bien se considera un "corticoide" natural. La verdad que tampoco la he puesto tantas veces como para dar un resultado fehaciente, precisamente porque no ha terminado de gustarme. Ahora, sobre el resto de la piel, sobre el cabello incluso, es sorprendente el resultado!! La pega es el olor que tiene (la que es sin refinar, la refinada no huele casi).
